Semillas: Tomate
Producción de semillas
Cada semilla de tomate está encerrada en una pequeña envoltura gelatinosa conteniendo substancias químicas que obligan a la semilla a permanecer en estado adormecido. Sin esta envoltura gelatinosa, las semillas germinarían fácilmente en el medio caliente y líquido que constituye el interior del fruto.
En la naturaleza, los frutos caen de la planta, se pudren y el proceso de fermentación destruye esta envoltura gelatinosa.
El jardinero que desee preparar sus propias semillas de tomate debe reproducir este proceso de fermentación artificialmente. La metodologías es de lo mas sencilla. Se cortan los tomates en dos partes y se extraen de estos las semillas y el jugo que se vierten en un recipiente. Se puede añadir un poco de agua ya que esto parece favorecer, en determinadas ocasiones, el proceso de fermentación.
Cada semilla de tomate está encerrada en una pequeña envoltura gelatinosa conteniendo substancias químicas que obligan a la semilla a permanecer en estado adormecido. Sin esta envoltura gelatinosa, las semillas germinarían fácilmente en el medio caliente y líquido que constituye el interior del fruto.
En la naturaleza, los frutos caen de la planta, se pudren y el proceso de fermentación destruye esta envoltura gelatinosa.
El jardinero que desee preparar sus propias semillas de tomate debe reproducir este proceso de fermentación artificialmente. La metodologías es de lo mas sencilla. Se cortan los tomates en dos partes y se extraen de estos las semillas y el jugo que se vierten en un recipiente. Se puede añadir un poco de agua ya que esto parece favorecer, en determinadas ocasiones, el proceso de fermentación.
Este líquido se deja varios días hasta que se forme en la superficie una capa de moho. Esta fermentación tiene como agente principal a Oospora lactis y ésta permite eliminar las efermedades bacteriaras.
El tiempo de fermentación varía según la temperatura del ambiente. Es necesario, no obstante, ejercer la mayor vigilancia, durante los días mas calurosos del verano, porque el proceso de fermentación puede efectuarse en menos de 48 horas. En este caso, si uno espera demasiado, se arriesga a perder las semillas que, liberadas de su protección gelatinosa, empiezan a germinar alegremente en un medio totalmente favorable, es decir líquido y muy caliente.
Por consiguiente, cuando el proceso de fermentación esta terminado, se lleva a cabo la limpieza de las semillas pasandolas por un colador de malla fina y removiéndolas enérgicamente bajo una corriente de agua.
Los remanentes y las semillas inmaduras descompuestas se van con el agua, y sólo quedan las semillas buenas. Es necesario colocarlas después sobre un pequeño tamiz a fin de secarlas: es suficiente entonces un lugar seco y ventilado.
No aconsejamos en absoluto hacerlas secar sobre papel (es imposible despegarlas), ni horno (incluso a baja temperatura) ni en pleno sol. El elemento importante de un secado correcto (para todas las clases de semillas) no es el calor sino la ventilación.
Durante un período caliente y húmedo, se aconseja vivamente utilizar un ventilador. En el momento de proceso de secado, se aconseja igualmente separar, delicadamente con los dedos, las semillas que se aglomeraron en montones pequeños.
Las semillas secas deben guardarse entonces, de preferencia, en recipientes de vidrio o en saquitos de papel, a resguardo de la humedad.
Las semillas de tomate tienen una duración germinativa media de 4 años. Ellas pueden, sin embargo, conservar una facultad germinativa hasta 10 años y mas.
Fuente:
Seeds of Life
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